domingo, 2 de enero de 2011

Fin de... año.

El paisaje transitaba veloz del otro lado. El traqueteo, el sopor provocado por la agradable temperatura, la avanzada hora, le impedían fijar la vista con claridad. Tenía la frente pegada al frío cristal, para evitar verse reflejado. Las sombras fugaces que no podía aferrar parecían correr hacia el pasado. Se preguntaba si era él el que huía hacia adelante o eran aquellas tierras las que buscaban el olvido en la noche, alejándose de su ventana. Intentó incorporarse, por un momento vió su figura espejada: un viejo se levantaba y alzaba los brazos, intentaba abrir la ventana para ver más claro, para ver adónde se iban los recuerdos. La ventana no se podía abrir. El vidrio se empañaba. Ni paisaje, ni imagen, ni nada, sólo humedad. El viejo se aplicó en limpiar el cristal, en luchar contra la vaharada, cada vez con más premura.
Papá, ¿qué haces en la ventana? Ven aquí con nosotros, van a dar las campanadas en la tele, tenemos que recibir el año comiendo las uvas.
Abuelo, ¿qué estabas mirando?
Nada, ya no está.


Feliz 2011!!!
Juancé Ceefe


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